Refugiados ucrania con síndrome de ulises

El síndrome de Ulises

10 millones de personas han huido en las últimas semanas de Ucrania debido a la guerra. Más allá del hecho traumático de vivir una guerra, perder tu hogar, o ver que tu vida se desmorona, probablemente la mayoría de refugiados ucranianos van a padecer el síndrome de Ulises. 

¿Qué es el síndrome de Ulises?

En 2002, el psiquiatra Joseba Achotegui, fundador del  Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR), acuñó por primera vez este término, Síndrome de Ulises, para hacer referencia a un cuadro psicológico en el que convergen diferentes estresores y que suele darse en personas refugiadas, que viven situaciones extremas, como la guerra de Ucrania, y se ven obligadas a migrar a otros países. 

En un mundo globalizado como el que vivimos, la migración es una situación por la que pasan millones de personas cada año. Quienes no pasamos por el hecho de abandonar nuestro hogares, trabajos y nuestro país para llegar a un nuevo territorio de acogida al que adaptarnos, no nos damos cuenta de lo difícil e intenso que es un proceso de migración. 

En primer lugar, el nivel de estrés es muy elevado, pero las personas con síndrome de Ulises también pueden sufrir, por ejemplo, depresión o estrés crónico y múltiple, concepto con el que también es conocido el Síndrome de Ulises.

Pero… ¿Por qué se llama así? ¿Cuál es la definición del síndrome de Ulises? Ulises era un héroe de la mitología griega que a lo largo de su vida, lejos de la familia, sobrevivió a muchos peligros y situaciones extremas. A pesar de ser un semidiós, estar lejos del hogar y de la familia le hacía sentir desconsolado, pasando largos días sentado a la orilla del mar, llorando y con pena. 

Salvando las distancias entre relato y realidad, probablemente las personas que llegan a un nuevo país, por obligación, buscando una vida mejor y huyendo de grandes problemas o sucesos traumáticos, también sientan estrés, desesperación, tristeza, pena,…  Al fin y al cabo, el proceso de migración marca un antes y un después en la vida de las personas y, consecuentemente, también en su identidad, su forma de ser y, por supuesto, su salud mental. 

Causas del síndrome de Ulises

Más allá de la tremenda soledad y dolor por la separación forzada de la familia, muchas personas migrantes también se ven envueltas en situaciones difíciles en el país de acogida que hace que se sientan en exclusión y que también, de alguna manera, vivan en soledad, con miedo.  Por lo tanto, las causas del síndrome de Ulises son varias y van más allá del mero hecho de abandonar tu país de nacimiento. 

En el síndrome de Ulises también intervienen otros factores o situaciones como, por ejemplo, el duelo migratorio, la lucha por la supervivencia debido a la falta de alimentación y vivienda o, cómo no, el miedo físico y la incertidumbre desde el punto de partida al destino. 

Pero… ¿Qué lleva a una persona a emigrar hacia otro país? El sentido común nos dice que una persona nunca abandonaría el lugar en el que ha crecido, donde trabaja o ha formado una familia y lleva una vida cómoda a menos que la situación sea desesperante o se haya producido un hecho traumático como una guerra o hechos relacionados con el terrorismo, por ejemplo. 

También millones de personas migran porque en sus países no pueden tener una vida digna ya sea porque no hay trabajo, vive en situación de hambruna o sufre algún tipo de exclusión o desigualdad. En cualquier caso, el proceso de migración siempre tiene el origen en una necesidad o una carencia, combinada con el anhelo de una vida mejor y el deseo de prosperar.

Etapas del duelo migratorio

Cuando hablamos del síndrome de Ulises, por lo general, hacemos referencia a siete fases del síndrome de Ulises o siete tipos de duelos de migración, relacionados con diferentes aspectos de la vida de una persona:

Duelo por la familia y los seres queridos de los que se ven obligados a separarse.

  1. Llegar a un nuevo país del que no entiendes el idioma y donde no puedes expresarte con tu lengua materna… No es fácil. 

Llegar a un nuevo país también implica dejar de vivir ciertas costumbres y compartir valores con una nueva sociedad. 

Las personas estamos arraigadas al entorno en el que vivimos y aspectos como vivir en otro tipo de naturaleza o clima también puede afectarnos emocionalmente. 

Muchas personas refugiadas pierden su estatus al convertirse en refugiados en tanto que no están en igualdad de condiciones que el resto de la sociedad, no tienen papeles, no encuentran trabajo por ser inmigrantes o incluso no tienen acceso a la sanidad y viven con el miedo de enfermar y no ser atendidos. 

El contacto con el grupo de pertenencia también es otro tipo de duelo ya que es habitual que las personas migrantes se vean inmersas en situaciones donde reluce la xenofobia y el racismo.

El riesgo físico también es una realidad patente en las personas que llevan a cabo un viaje migratorio. Más allá de pasar días o semanas caminando o subirse a una patera, las personas inmigrantes puede que vivan situaciones en las que se encuentran perseguidas o en una situación de indefensión.

A quién afecta principalmente el síndrome de Ulises

Es importante tener en cuenta que no todas las personas que migran o personas refugiadas sufren el síndrome de Ulises. Como siempre decimos en Aila Psicología, cada persona es un mundo y su caso es particular y único.

Por ofrecer algunos datos de contexto, según el Estudio sociodemográfico de los inmigrantes con síndrome de Ulises realizado por el SAPPIR, la mayoría de personas que padecen este síndrome son latinoamericanos y subsaharianos, que llevan menos de un lustro en España. Son personas jóvenes, que rondan los 30-40 años y son el principal sustento de la familia, por lo que han viajado y se enfrentan a condiciones humanas pésimas y sucesos que marcarán toda su vida para mantener a sus familias. 

Refugiados ucrania

Cuando hace dos décadas el psiquiatra Joseba Achotegui hablaba del síndrome de Ulises, ya ponía el foco en las pésimas condiciones en las que emigraban personas de todo el mundo, algo que se está reavivando más que nunca, o en Europa lo vemos más cerca que nunca, con la guerra de Ucrania. 

Si algo nos está dejando este conflicto es la vida de millones de personas interrumpida. No significa que todas ellas vayan a ser diagnosticadas con el síndrome de Ulises, pero es probable que muchas padezcan el cuadro psicológico que caracteriza este padecimiento y que, como decíamos, incluye desde el estrés crónico hasta la depresión pasando por la irritabilidad, la tristeza, dificultad para dormir o el dolor de cabeza. 

Aunque el síndrome de Ulises afecta a todo tipo de personas inmigrantes, sin importan su condición, edad o sexo, es cierto que el proceso de migración es también muy difícil para los adolescentes. 

La adolescencia es una de las etapas más importantes en el desarrollo de una persona. Por ejemplo, es una etapa en la que se supone que el adolescente tendrá algo más de libertad e independencia respecto a sus padres, aceptar la imagen propia o formar parte de un grupo. Sin embargo, los adolescentes inmigrantes viven situaciones y cambios tan repentinos y diferentes que, en muchas ocasiones se sienten indefensos y excluidos, y donde más seguros se sienten es precisamente estando cerca de la familia, algo que en muchas ocasiones es imposible si el proceso migratorio lo viven en soledad.  

Tratamiento y prevención del síndrome de Ulises

Reconocer que existe el síndrome de Ulises y que muchas personas ucranianas lo estarán sufriendo en estos momentos por culpa de la guerra y su situación de refugiadas, es el primer paso para poner de manifiesto la importancia de ayudar a las personas migrantes, no solo ofreciendo alojamiento y comida, también atendiendo a sus necesidades emocionales, escuchando sus vivencias, estando a su lado. 

Es importante no banalizar el proceso de migración, reconocer que hay un duelo y tener las herramientas necesarias para afrontarlo sin sentirse desamparado y en soledad. En este sentido, el rol de los psicólogos en situaciones de emergencia puede ser realmente útil para que las personas con síndrome de Ulises se sientan acompañadas y aprender a soportar el estrés de la situación que viven. 

La intervención psicológica y emocional mediante terapia puede ayudar a que las personas refugiadas dejen de sentirse invisibles o excluidas y, poco a poco, se adapten a su nueva vida, a una nueva realidad en un nuevo país y, ojalá, con mucha más esperanza. 

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